sábado, 2 de abril de 2022

I domingo de Pasión / Dominica Prima Passionis


I Domingo de Pasión

I clase, morado

Sin Gloria, Tracto, Credo y Prefacio de la Santa Cruz.

Estación de San Pedro

 

Dominica Prima Passionis

Statio ad S. Petrum

NORMAS PARA EL TIEMPO DE PASIÓN

«Padre, si es posible, pase de mí este cáliz; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Los últimos días que nos separan del arresto de Jesús nos lo muestran objeto constante del odio de sus enemigos; pero ¡qué divina grandeza en ese ir él mismo a su pasión, como dueño de los acontecimientos! Tiene a raya a sus adversarios, seguro de «su hora», en que realizará la redención por su obediencia al Padre y la efusión de su sangre. Avanzan del Rey las banderas y brilla el misterio de la cruz; donde la Vida halló muerte, allí su muerte dio vida.» (Himno de vísperas.) La Iglesia, en el vestíbulo de estos grandes días, nos muestra en Jesús a la víctima inmaculada del sacrificio que se pre­para y también al vencedor de la muerte, al príncipe de la vida. Sólo en Cristo piensa la Iglesia. Continúa ofreciendo a Dios la penitencia cuaresmal de sus fieles; mas su atención se concentra en la Pasión del Señor, de quien nos viene la salud. Lo reflejan particularmente los cánticos de las misas de ambas semanas. Los tex­tos están casi siempre en primera persona de singular: Cristo solo habla. . Él asume la plegaria y los lamentos de todos. Es el justo perseguido, aterrado por la muerte próxima, amenazado por los pecadores, quien pide gracia y justicia.

Se da a esta Domínica en nombre de Domínica de Pasión, porque en ella nos invita la Iglesia a que consideremos de un modo especial los sufrimientos de Jesucristo. El mismo hecho de haber escogido para lugar de la estación la Basílica de San Pedro, uno de los más augustos santuarios de la ciudad de Roma, nos indica claramente la importancia que a tal día atribuye la Liturgia. Estando él consagrado a la memoria de los padecimientos sufridos por Jesucristo, ha procurado la Iglesia que todos sus ritos, las lecciones del Oficio divino, los cantos de la santa, Misa, nos moviesen a dolor, a la penitencia y a la oración. La misma supresión del Gloria Patri que rezamos en el Introito de todos los domingos de Cuaresma, nos muestra los sentimientos de tristeza que embargan a la mística Esposa de Jesucristo. Propio es también de este tiempo el velar las imágenes de los Santos, y la del mismo Crucifijo. Dieron motivo a esto último las palabras que en este día leemos en el santo Evangelio: Mas Jesús se escondió y huyó del templo. En el Introito implora el Mesías el juicio de Dios en prueba de su santidad y como protesta de la sentencia que han de pronunciar contra El los hombres. Declara también su confianza en el socorro de su Padre, el cual, después de las angustias, ignominias y dolores de su Pasión, le admitirá triunfante en la gloria.

Recordando la Iglesia que uno de los fines de la Cuaresma consiste en la completa y espiritual reforma de sus hijos, pide a Dios en la Colecta que se digne atenderles propicio, dirigiendo su cuerpo y guardando que todo mal su alma. En la Epístola nos enseña a qué precio nos rescató Jesucristo de la muerte y del pecado. Todos habíamos, por el pecado original, perdido el derecho a la herencia de Dios y a la promesa de Señor, que acompaña a la gracia; pero, por la muerte expiatoria de Jesús, nos hicimos de nuevo hijos de Dios y capaces de su divina herencia. Cristo es como el testador a quien heredamos. Muriendo y reconciliándonos, nos deja una infinita herencia: la gracia y la gloria. En el Gradual y en el Tracto se nos muestra cuanto haya costado nuestra redención al divino Salvador, cuya santidad, inocencia y virtud nos predica el santo Evangelio, lo mismo que la malicia y el odio de sus enemigos. Ambas circunstancias aumentan el valor del sacrificio. Uniéndonos y participando del inocente Cordero que por nosotros se inmola, conseguiremos vernos libres del pecado y ser objeto de las complacencias de Padre celestial. Esto pide la Iglesia en las Oraciones, especialmente en la Secreta y en la Poscomunión. En la Antífona que se canta a la Comunión, se nos recuerda, con las palabras del mismo Jesucristo, la institución del augusto sacrificio que acaba de celebrarse, y del que la Iglesia quiere frecuentemente participemos en memoria de la Pasión del Salvador, como El mismo nos lo manifestó al quedarse con nosotros en Eucaristía.

 

INTROITO Salmo 42, 1-2. 3

Cristo ha asumido nuestra causa y la defiende ante Dios.

Júdica me, Deus, et discérne causam meam de gente non sancta: ab hómine iníquo et dolóso éripe me: quia tu es Deus meus, et fortitúdo mea.  V/.  Emítte lucem tuam, et veritátem tuam:  ipsa me deduxérunt, et adduxérunt in montem sanctum tuum, et in tabernácula tua. 

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra un pueblo infiel; del hombre inicuo y falaz, líbrame; porque tú eres mi Dios y mi fortaleza. V/.  Envía tu luz y tu verdad; ellas me guiarán y conducirán a tu santo monte a tu tabernáculo.

Durante el tiempo de Pasión, se omite el Gloria Patri del Introito.

 

COLECTA

Quǽsumus, omnípotens Deus, famíliam tuam propítius réspice:  ut, te largiénte, regátur in córpore; et, te servánte, custodiátur in mente.

Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Te rogamos, oh Dios omnipotente!, mires propicio a tu familia, para que con ti gracia sea dirigida en el cuerpo, y con tu protección guardada en el alma. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

EPÍSTOLA Hebreos 9,11-15

El sacrificio de Cristo sustituye a los sacrificios de la antigua ley. Es de eficacia tan grande, que basta una sola vez por todas para expiar todos nuestros pecados y abrirnos de nuevo la entrada en la gloria.

Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Hebræos.

Fratres: Christus assístens póntifex futurórum bonórum, per ámplius et perféctius tabernáculum non manufáctum, id est, non hujus creatiónis:  neque per sánguinem hircórum aut vitulórum, sed per próprium sánguinem introívit semel in Sancta, ætérna redemptióne invénta.  Si enim sanguis hircórum, et taurórum, et cinis vítulæ aspérsus, inquinátos sanctíficat ad emundatiónem carnis:  quanto magis sanguis Christi, qui per Spíritum Sanctum semetípsum óbtulit immaculátum Deo, emundábit consciéntiam nostram ab opéribus mórtuis, ad serviéndum Deo vivénti?  Et ídeo novi testaménti mediátor est:  ut morte intercedénte, in redemptiónem eárum prævaricatiónum, quæ erant sub prióri testaménto, repromissiónem accípiant, qui vocáti sunt ætérnæ hæreditátis:  in Christo Jesu Dómino nostro.

Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos

Hebreos 9, 11-15

Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tienda es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo! Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna: en Cristo Jesús, Señor nuestro.

 

GRADUAL Salmo 142, 9-10; 17,48-49

Eripe me, Dómine, de inimícis meis: doce me fácere voluntátem tuam.  V/.  Liberátor meus, Dómine, de géntibus iracúndis: ab insurgéntibus in me exaltábis me: a viro iníquo erípies me.

Líbrame, Señor, de mis enemigos; enséñame a hacer voluntad. V/.  ¡Señor, tú me libras de enemigos enfurecidos, tú me levantas sobre mis adversarios, tú me salvas del hombre violento.

 

TRACTO. Salmo 128, 1-4

Sæpe expugnavérunt me a juventúte mea.  V/.  Dicat nunc Israël: sæpe expugnavérunt me a juventúte mea.  V/.   Etenim non potuérunt mihi: supra dorsum meum fabricavérunt peccatóres.  V/.  Prolongavérunt iniquitátes suas: Dóminus justus concídet cervíces peccatórum.

Muchas veces me combatieron desde mi juventud. V/.  Dígalo ahora Israel: Muchas veces me combatieron desde mi juventud. Pero no prevalecieron sobre mí. V/.  Los labradores araron mis espaldas prolongando sus surcos; pero el Señor es justo y quebrantó el yugo de los malvados.

 

 

EVANGELIO  Juan 8, 46-59

Una vez más afirma Cristo su divinidad. Se lo reprochan, y por ello le condenarán a muerte. Más los que reciben su palabra como venida de Dios, le seguirán a la vida eterna.

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.

In illo témpore: Dicébat Jesus turbis Judæórum: «Quis ex vobis árguet me de peccáto?  Si veritátem dico vobis, quare non créditis mihi?  Qui ex Deo est, verba Dei audit.  Proptérea vos non audítis, quia ex Deo non estis.»  Respondérunt ergo Judæi, et dixérunt ei:  «Nonne bene dícimus nos, quia Samaritánus es tu, et dæmónium habes?»  Respóndit Jesus: «Ego dæmónium non hábeo: sed honorífico Patrem meum, et vos inhonorástis me.  Ego autem non quæro glóriam meam: est qui quærat, et júdicet.  Amen, amen dico vobis: si quis sermónem meum serváverit, mortem non vidébit in ætérnum.»  Dixérunt ergo Judæi: «Nunc cognóvimus quia dæmónium habes.  Abraham mórtuus est, et prophétæ: et tu dicis: Si quis sermónem meum serváverit, non gustábit mortem in ætérnum.  Numquid tu major es patre nostro Abraham, qui mórtuus est? et prophétæ mórtui sunt.  Quem teípsum facis?»  Respóndit Jesus: «Si ego glorífico meípsum, glória mea nihil est: est Pater meus, qui gloríficat me, quem vos dícitis quia Deus vester est, et non cognovístis eum: ego autem novi eum: et si díxero quia non scio eum, ero símilis vobis, mendax.  Sed scio eum, et sermónem ejus servo.  Abraham pater vester exsultávit ut vidéret diem meum: vidit, et gavísus est.»  Dixérunt ergo Judæi ad eum: «Quinquagínta annos nondum habes, et Abraham vidísti?»  Dixit eis Jesus: «Amen, amen dico vobis, ántequam Abraham fíeret, ego sum.»  Tulérunt ergo lápides, ut jácerent in eum: Jesus autem abscóndit se, et exívit de templo.

Continuación del Santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo: Decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios». Le respondieron los judíos: «¿No decimos bien nosotros que eres samaritano y que tienes un demonio?». Contestó Jesús: «Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Se dice Credo

 

OFERTORIO Salmo 110, 1; 118, 17. 107

Confitébor tibi Dómine in toto corde meo: retríbue servo tuo, vivam et custódiam sermónes tuos: vivífica me secúndum verbum tuum, Dómine.

Te alabaré, Señor, con todo mi corazón. Concede a tu siervo esta gracia: que viva guardando tu palabra. Dame la vida según tu promesa, Señor.

 

SECRETA

Hæc múnera, quæsumus, Dómine, et víncula nostræ pravitátis absólvant, et tuæ nobis misericórdiæ dona concílient. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

Te rogamos, Señor, que no sólo rompan estos dones los vínculos de nuestra maldad, sino que nos atraigan los dones de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

 

PREFACIO DE LA CRUZ

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui salútem humáni géneris in ligno Crucis constituísti: ut unde mors oriebátur, inde vita resúrgeret: in quo ligno vincébat, in ligno quoque vincerétur: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que pusiste la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que de donde salió la muerte, saliese la vida, y el que en un árbol venció, en un árbol fuese vencido por Cristo nuestro Señor; por quien alaban los Ángeles a tu majestad, la adoran las dominaciones, la temen las Potestades y la celebran con igual júbilo los Cielos, las Vírgenes de los cielos y los bienaventurados Serafines. Te rogamos, que, con sus voces admitas también las de los que decimos, con humilde confesión Santo...

 

COMUNIÓN 1ªCorintios 11, 24-25

Hoc corpus, quod pro vobis tradétur: hic calix novi testaménti est in meo sánguine, dicit Dóminus: hoc fácite, quotiescúmque súmitis, in meam commemoratiónem.

Este es el cuerpo que será entregado por vosotros; éste es el cáliz de la nueva alianza en mi sangre, dice el Señor; haced esto, cuantas veces lo toméis, en memoria mía,

 

POSCOMUNIÓN

Adésto nobis Dómine Deus noster: et quos tuis mystériis recreásti, perpétuis defénde subsídiis. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Atiéndenos, Señor Dios nuestro, y defiende con perpetuos auxilios a los que has restaurado con tus misterios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

I Domingo de Pasión. Leccionario 1962

Dominica I Passionis. Ad I & II Vesperas

COMENTARIO AL EVANGELIO

LA VELACIÓN DE LAS IMÁGENES



Partituras de las Oraciones y lecturas

Grabaciones de las lecturas
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 Epístola
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  Evangelio

VÍDEOS: Prefacios de la Santa Cruz o de la Pasión

 

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