sábado, 23 de abril de 2022

SABADO IN ALBIS - OCTAVA DE PASCUA

SABADO IN ALBIS

Estación en San Juan de Letrán

Gloria, Secuencia, Credo, Prefacio de Pascua y embolismo propios de la Octava de Pascua

I clase, blanco

 

EL MISTERIO DE NUESTRA ASCENSION

 

Ha subido al cielo el hombre que poseía la tierra y que reunía en sí toda santidad. No es, pues estéril para el cielo, esta tierra a pesar de ser maldita; la puerta de los cielos cerrada a nuestra raza, ha podido abrirse para dejar pasar a un hijo de Adán. Tal es el misterio de la Ascensión; pero no es más que una parte, es preciso conocerle entero. Escuchemos lo que nos dice él Apóstol de las naciones: “Dios, que es rico en misericordia, movido por la excesiva caridad con la cual amó a los que estábamos muertos por nuestros pecados, nos ha vuelto a la vida con Jesucristo; nos ha resucitado con él, y nos ha hecho sentar en los cielos en la persona de Jesucristo'”. De este modo, lo mismo que celebramos la resurrección de nuestro Salvador como nuestra propia resurrección, el Apóstol nos convida a celebrar la Ascensión de este divino Redentor como si fuese la nuestra también. Midamos la fuerza de la expresión: “Dios nos ha hecho sentarnos en los cielos en Jesucristo”; en esta Ascensión, no es El solo quien sube a los cielos, nosotros subimos con El; no es solamente El quien está entronizado en la gloria, nosotros lo estamos con El.

 

Y, en efecto, el Hijo de Dios, no vino a revestirse de nuestra naturaleza para que la carne recibida de María fuese únicamente ella coronada en la gloria eterna; vino para ser nuestro Jefe, mas un Jefe que reclama sus miembros en la adhesión de los cuales consiste la integridad de su cuerpo. “¡Oh Padre! dijo en la última Cena, aquellos que me has dado quiero que estén allí donde yo estoy, para que vean la gloria de que me has hecho partícipe'”. ¿Y qué gloria ha dado el Padre a su Hijo? Escuchemos a David que ha cantado el día de la Ascensión: “El Señor ha dicho a mi Señor: Siéntate a mi diestra”. Sobre el trono mismo del Padre a su diestra veremos eternamente al que el Apóstol llama “nuestro precursor”, y nos adherimos a El como los miembros de su cuerpo, de suerte que su gloria sea la nuestra y que nosotros seremos reyes con El, por toda la eternidad; ha compartido todo con nosotros, pues quiso que fuésemos “sus coherederos”.

 

LOS ELEGIDOS EN EL CIELO. — De ahí se sigue que el augusto misterio de la Ascensión abierto hoy, se continúa en cada instante, hasta que después de haber subido a los cielos el último de los elegidos, el cuerpo místico del Emmanuel haya alcanzado su entero complemento. Considerad esta turba innumerable de almas santas que se apresura a seguirle en este día: nuestros primeros padres a la cabeza, los patriarcas, los profetas, los justos de todas las razas, que desde muchos siglos antes se estaban preparando para este triunfo. Cautivos no ha mucho en los limbos, brillantes ahora de esplendor, siguen con la rapidez del águila a quien sirven de corona en el triunfo. Son sus trofeos, al mismo tiempo que forman su corte en el trayecto de la tierra al cielo. Siguiéndoles con la vista exclamemos pues con el Salmista: “¡Reinos de la tierra, cantad al Señor, cantad a Dios que se eleva sobre los cielos de los cielos, hacia el Oriente!”.

 

Por su parte las milicias angélicas se agrupan delante de Cristo y entonces comienza el diálogo que oyó David, y que nos lo transmitió por adelantado. La legión innumerable que sigue y acompaña al Emmanuel exclama a los guardianes de la Jerusalén celeste: “¡Príncipes, levantad vuestras puertas!, puertas eternas, levantaos; el Rey de la gloria va a entrar.” Y los Angeles responden: “¿Y quién es este Rey de la gloria?”… “Es el Señor”, responden los elegidos de la tierra, “el Señor fuerte y poderoso, el Señor poderoso en los combates”; como lo atestiguan las victorias que ha conseguido sobre Satanás, sobre la muerte y el infierno, las victorias de las cuales nosotros somos el dichoso trofeo. Después de otra interpelación que da lugar a exaltar por segunda vez sus grandezas, las puertas eternas se elevan, y el Cristo vencedor penetra en los cielos con su glorioso cortejo.

 

No volverán ya más a cerrarnos el paso esas puertas eternas que han dado entrada a nuestro libertador: en lo cual se nos muestra la incomunicable grandeza del misterio de la Ascensión. Este misterio se abre hoy, Jesús lo ha inaugurado subiendo de la tierra al cielo, pero no lo ha clausurado; ha querido que fuese permanente, que se cumpliese en todos sus elegidos sucesivamente, ya suban del lugar de las expiaciones, ya se eleven de la tierra. Salve, pues, ¡oh glorioso misterio al cual has preparado tantos otros misterios término y cumplimiento del designio eterno de Dios! misterio que fue suspendido durante siglos por nuestra caída, pero que tomas hoy tu curso en el Emmanuel, para no interrumpirlo más que en el momento solemne en que la voz del Ángel exclame: “Se acabó el tiempo'”. Hasta entonces permaneces abierto para nosotros, y la esperanza de que tú concluirás en nosotros vive en nuestro corazón.

 

PLEGARIA. — Dígnate permitirnos, oh Jesús, tomar para nosotros esta palabra que has dicho: “Voy a prepararos un lugar”. Todo lo has dispuesto con este fin; y viniste al mundo para abrirnos el camino que tú mismo has franqueado hoy. La Iglesia, tu Esposa, nos manda que levantemos nuestras miradas; nos muestra el cielo abierto y el surco luminoso que trazan hasta nosotros las almas que suben a cada instante para unirse a ti. Nuestros pies se posan aún sobre la tierra; pero el ojo de nuestra fe te descubre en el término de esta senda, “al Hijo del hombre, sentado a la diestra del Padre eterno'”. ¿Pero cómo franquear el espacio que nos separa de ti? Nosotros no podemos, como tú, elevarnos por nuestra propia fuerza; es preciso que nos atraigas hacia ti. Tú lo has prometido y nosotros esperamos ese momento.

 

María, tu madre, que quiere permanecer aún con nosotros la espera también con sumisión y amor: la esperó en la fidelidad y en el trabajo, viviendo contigo sin verte aún. Danos, Señor, algo de esta fe y de este amor de nuestra madre común, para que podamos aplicarnos este dicho del Apóstol: “Ya somos salvos por la esperanza” 3. Así sucederá, si te dignas, según tu promesa, enviarnos tu Espíritu que esperamos con ardor; pues vendrá a confirmar en nosotros todo lo que la sucesión de tus misterios ha preparado ya, y a ser la prenda segura de nuestra ascensión gloriosa.

 

INTROITO Salmo 104, 43

EDÚXIT Dóminus pópulum suum in exsultatióne, allelúja: et eléctos suos in laetítia, allelúja, allelúja. V/. Confitémini Dómino, et invocáte nomen ejus: annuntiáte inter gentes ópera ejus. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén

SACÓ el Señor a su pueblo lleno de alborozo, aleluya, y  a sus elegidos colmados de júbilo, aleluya, aleluya. V/. Alabad al Señor e invocad su nombre; anunciad sus obras a los pueblos. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

 

COLECTA

CONCÉDE, quaésumus, omnípotens Deus: ut, qui festa paschália venerándo égimus, per haec contíngere ad gáudia aetérna mereámur.  Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

 

TE SUPLICAMOS nos concedas, Dios omnipotente, a los que hemos celebrado devotamente las fiestas pascuales que por ellas merezcamos llegas a las alegrías eternas.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

EPÍSTOLA 1 Pedro 2, 1-10

LÉCTIO EPÍSTOLAE BEÁTI PETRI APÓSTOLI.

CARÍSSIMI: Deponéntes ígitur omnem malítiam, et omnem dolum, et simulatiónes, et invídias, et omnes detractiónes, sicut modo géniti infántes, rationábile, sine dolo lac concupíscite: ut in eo crescátis in salútem: si tamen gustástis, quóniam dulcis est Dóminus. Ad quem accedéntes lápidem vivum, ab homínibus quidem reprobátum, a Deo autem eléctum, et honorificátum: et ipsi tamquam lápides vivi superaedificámini, domus spirituális, sacerdótium sanctum, offérre spirituáles hóstias, acceptábiles Deo per Jesum Christum. Propter quod cóntinet Scriptúra: Ecce pono in Sion lápidem summum angulárem, eléctum, pretiósum: et qui credíderit in eum, non confundétur. Vobis ígitur honor credéntibus: non credéntibus autem lapis, quem reprobavérunt aedificántes, hic factus est in caput ánguli, et lapis offensiónis, et petra scándali his, qui offéndunt verbo, nec credunt in quo et pósiti sunt. Vos autem genus eléctum, regále sacerdótium, gens sancta, pópulus acquisitiónis: ut virtútes annuntiétis ejus, qui de ténebris vos vocávit in admirábile lumen suum. Qui aliquándo non pópulus, nunc autem pópulus Dei: qui non consecúti misericórdiam, nunc autem misericórdiam consecúti.

Lección de la carta del Apóstol San Pedro.  

Carísimos: Apartaos de toda maldad, de toda falsedad, hipocresía y envidia y de toda maledicencia. Como niños recién nacidos, ansiad la leche espiritual, no adulterada, para que con ella vayáis progresando en la salvación, ya que habéis gustado qué bueno es el Señor. Acercándoos a él, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo. Por eso se dice en la Escritura: Mira, pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa; quien cree en ella no queda defraudado. Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, y también piedra de choque y roca de estrellarse; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos. Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Los que antes erais no-pueblo, ahora sois pueblo de Dios, los que antes erais no compadecidos, ahora sois objeto de compasión.

 

 

ALELUYA PASCUAL. Salmo 117, 24. 112, 1

A partir de este día hasta la fiesta de la Santísima Trinidad se reemplaza el Gradual por los versículos con cuatro Aleluyas.

ALLELÚJA, ALLELÚJA. V/. Haec dies, quam fecit Dóminus: exsultémus et laetémur in ea. Allelúja. V/. Laudáte, púeri, Dóminum, laudáte nomen Dómini.

ALELUYA, ALELUYA. V/. Este es el día que ha hecho el Señor; alegrémonos y gocémonos en él, aleluya. V/. Alabad, jóvenes, al Señor, alabad en nombre del Señor.

 

SECUENCIA

VICTIMÆ pascháli laudes ímmolent Chrístiani. Agnus redémit oves: Christus ínnocens Patri reconciliávit peccatóres. Mors et vita duéllo conflixére mirándo: dux vitæ mórtus, regnat vivus. Dic nobis, María, quid vidísti in via? Sepúlcrum Christi vivéntis: et glóriam vidi resurgéntis. Angélicos testes, sudárium, et vestes. Suréxit Christus spes mea: præcédet vos in Galilǽam. Scimus Christum surrexíse a mórtuis vere: tu nobis, victor Rex, miserére. Amen. Allelúja.

OFREZCAN los cristianos sacrificios de alabanza a la Víctima de la Pascua. El Cordero ha redimido a  las ovejas: Cristo inocente, ha reconciliado a los pecadores con el Padre. La muerte y la vida contendieron en duelo asombroso: el dueño de la vida muerto, reina vivo. Dinos, tú ¡oh María! ¿Qué has visto en el camino? Yo he visto el sepulcro de Cristo que vive, y la gloria del que ha resucitado. He visto los angélicos testigos, el sudario y la mortaja. Cristo, mi esperanza, ha resucitado: os precederá a Galilea. Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado de entre los muertos: oh tú, Rey vencedor, apiádate de nosotros. Amen. Aleluya

 

EVANGELIO Juan 20, 1-9

SEQUÉNTIA SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM JOÁNNEM.

IN illo témpore: Una sábbati, María Magdaléne venit mane, cum adhuc ténebrae essent, ad monuméntum: et vidit lápidem sublátum a monuménto. Cucúrrit ergo, et venit ad Simónem Petrum, et ad álium discípulum, quem amábat Jesus, et dicit illis: Tulérunt Dóminum de monuménto, et nescímus ubi posuérunt eum. Exiit ergo Petrus, et ille álius discípulus, et venérunt ad monuméntum. Currébant autem duo simul, et ille álius discípulus praecucúrrit cítius Petro, et venit primus ad monuméntum. Et cum se inclinásset, vidit pósita linteámina, non tamen introívit. Venit ergo Simon Petrus sequens eum, et introívit in monuméntum, et vidit linteámina pósita, et sudárium, quod fúerat super caput ejus, non cum linteamínibus pósitum, sed separátim involútum in unum locum. Tunc ergo introívit et ille discípulus, qui vénerat primus ad monuméntum: et vidit, et crédidit: nondum enim sciébant Scriptúram, quia oportébat eum a mórtuis resúrgere.

Continuación del Santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo: El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Se dice Credo

 

OFERTORIO Salmo 117, 26-27

BENEDÍCTUS, qui venit in nómine Dómini: benedíximus vobis de domo Dómini: Deus Dóminus, et illúxit nobis, allelúja, allelúja.

BENDITO el que viene en nombre del Señor: desde el templo del Señor os bendecimos, EL Señor es Dios, y nos ha iluminado, aleluya, aleluya

 

SECRETA

CONCÉDE, quaésumus, Dómine, semper nos per haec mystéria paschália gratulári: ut contínua nostrae reparatiónis operátio, perpétuae nobis fiat causa laetítiae. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

 

TE ROGAMOS, Señor, nos concedas que con estos misterios de Pascua siempre nos alegremos, a fin de que la renovación continua de los misterios de nuestra redención nos sea causa de perpetua alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

 

PREFACIO

VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni tempore, sed in hac potíssimum die gloriósius prædicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus. Ipse enim verus est Agnus, qui ábstulit peccáta mundi. Qui mortem nostram moriéndo destrúxit, et vitam resurgéndo reparávit. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cæléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:

EN VERDAD es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día, en que se ha inmolado Cristo, nuestra Pascua.  El cual es el verdadero Cordero que quita los pecados  del  mundo y que muriendo, destruyo nuestra muerte y, resucitando reparó nuestra vida. Por eso con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con. toda la milicia del ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

 

COMUNIÓN Gálatas 3, 27

OMNES qui in Christo baptizáti estis, Christum induístis, allelúja.

TODOS los que habéis sido bautizados en Cristo, estáis revestidos de Cristo. Aleluya

 

POSCOMUNIÓN

REDEMPTIÓNIS nostrae múnere vegetáti, quaésumus, Dómine: ut hoc perpétuae salútis auxílio, fides semper vera profíciat. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

ALIMENTADOS con los dones de nuestra redención, te suplicamos, Señor, que con este auxilio de perpetua salud, siempre aumente la fe verdadera.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Ite misa est con doble aleluya.

Sábado in Albis. Leccionario 1962

Sábado in Albis. Propio y Ordinario de la santa misa

Sábado in Albis. Guía para la santa misa cantada. Kyrial Lux Et Origo

 

COMENTARIOS

PEDRO Y JUAN EN EL SEPULCRO. San Agustín

Benedicto XVI CONVERTÍOS EN HOMBRES Y MUJERES DE MISERICORDIA

Sabado in Albis. Misal 1962 by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...