sábado, 17 de septiembre de 2022

XV domingo despues de Pentecostés

XV DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad

Con este Domingo suele coincidir en los maitines la lectura del libro sagrado de Job, de aquel venerable patriarca, piadoso y rico, de la tierra de Idumea, a quien Satanás quiso tentar, con ánimo dañado de ver si realmente servía a Dios con desinterés, o bien porque le había colmado de honores y de hacienda.   Satanás, que nunca está ocioso y tiene ordenadas todas sus huestes para tentar a los pobres mortales, se presenta a Dios cierto día y le pide permiso para tentar a Job y privarle de sus riquezas, de la consideración y fama que tenía y de su misma salud corporal, y así sucedió.  En poco tiempo, Job lo fue perdiendo todo, y se vio precisado a limpiarse sus purulentas llagas, desnudo sobre un inmundo basurero. También la Iglesia pide hoy que nos veamos continuamente defendidos contra los asaltos rabiosos del demonio, de ese eterno homicida, que nos sorbería la sangre si posible le fuese y acabaría en un solo día con todos los hombres.  La tentación vendrá también para nosotros, pues el ángel de Satanás azotó al mismo S. Pablo. Pero en medio de todo saldremos triunfadores por la esperanza firme que tenemos en la poderosa ayuda de Aquél que nos amó, de Aquél de quien el santo Job decía: "Yo bien sé que mi Redentor vive, y que en el último día he de resucitar de la tierra, y que estos mismos ojos le contemplarán. Un día también oiré la voz de Dios, el cual alargará su diestra al que es obra de sus manos. Pasada la prueba, en la cual fue hallado fiel servidor, Job recibió por duplicado todo lo que antes había poseído. Pues bien, la Iglesia, representada en Job, pide hoy a Dios que la purifique, ampare, salve y gobierne. Con el Salmista exclama: "Inclina, Señor, tus oídos y óyeme, porque soy pobre e indigente.  Luego con el Salmo del Ofertorio, y haciéndose eco del santo Job, dice también: "He esperado al Señor, y al fin me ha mirado y ha oído mi oración, y ha puesto en mis labios un cántico nuevo, el cántico de las almas cristianas resucitadas a la vida de la gracia. Por lo cual justo y " bueno es alabar al Señor y pregonar sus misericordias". Él es verdaderamente un Dios grande y Rey grande sobre toda la tierra. La Epístola se refiere enteramente a la vida sobrenatural, que el Espíritu Santo dio a las almas en las fiestas de Pentecostés. "Si vivimos a impulsos del Espíritu Santo, obremos como movidos por Él", siendo por lo mismo humildes, mansos y caritativos con los que pecan, máxime al considerar que nosotros mismos somos flacos, y tal vez más que ellos; razón por la cual S. Felipe Neri decía todos los días al Señor: "Señor, tenedme de vuestra mano; porque si no, capaz soy de haceros traición". Repasemos esa Epístola, porque en ella se encierran muchas y muy prácticas y saludabilísimas enseñanzas, análogas a las del Evangelio, que es hoy el de la resurrección del hijo de la viuda de Naín. Esa viuda representa a la santa Iglesia que llora también a tantos hijos suyos muertos, muertos a la vida de la gracia por el pecado. Pero viene el Verbo divino, viene Jesús, y adivinando sus ruegos, los resucita mediante la confesión sacramental; y para que no vuelvan a morir eternamente, deposita en sus mismos cuerpos mortales un germen, una medicina de inmortalidad que les permita resucitar en el día postrero.
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Se llama este domingo el del hijo de la viuda de Naím, cuya milagrosa resurrección es el asunto del Evangelio de la Misa. La Epístola de este día es continuación de la que se leyó en la Dominica precedente. San Pablo da en ella instrucciones circunstanciadas acerca de la moral cristiana, con tal precisión, que en pocas palabras indican las normas que en su conducta han de observar los fieles. La vida espiritual, vida de pureza y santidad, de caridad y buenas obras, de sinceridad y buena conciencia, delante de Dios y de los hombres, esto es lo que el Apóstol predica y nosotros debemos practicar con el auxilio divino. El Introito es una corta pero afectuosa oración que el alma dirige a Dios, animada de una vida confianza en su misericordia. El Evangelio nos recuerda un pensamiento muy saludable, el pensamiento de la muerte. Como el grupo de los que acompañaban al hijo difunto de la viuda de Naím, detengámonos algunos instantes delante del cadáver de ese joven muerto en la flor de la vida, pidiendo al Señor que, así como se le restituyó con el poder de su divina palabra, haga renacer en nuestro espíritu toda las presuntas enseñanzas que este espectáculo se desprenden. Supliquemos que de nuevo llamé a la vida de la gracia a tantos que de ella están privados, que el Sacramento de su Cuerpo y Sangre nos proteja contra los ataques diabólicos (Secreta), y que su operación así se muestre en nuestras almas y en nuestros cuerpos, que no sea la sensualidad sino la virtud divina del Sacramento, la que gobierne y dirija nuestras obras y sentimientos, como le suplicamos en la Poscomunión.

INTROITO Salmo 85, 1-4
Inclína, Dómine, aurem tuam ad me, et exáudi me: salvum fac servum tuum, Deus meus, sperántem in te: miserére mihi, Dómine, quóniam ad te clamávi tota die. V/. Lætífica ánimam servi tui: quia ad te Dómine, ánimam meam levávi. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
Inclina Señor, tu oído a mis súplicas, y escúchame; salva, Dios mío, a tu siervo, que espera en ti; ten piedad de mí, Señor, porque a ti clamo todo el día. V/. Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, Señor, tengo elevada mi alma. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
«Miseratio continuata mundet et muniat”. He aquí una misericordia cuya acción siempre presente devuelve sin cesar a la Iglesia su pureza y su energía.
Ecclésiam tuam, Dómine, miserátio continuáta mundet et múniat: et quia sine te non potest salva consístere: tup semper únere bernétur.  Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Purifica, Señor, y fortalece a tu Iglesia con una continua misericordia; y ya que sin ti no puede mantenerse salva, haz que sea siempre gobernada por tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Gálatas 5, 25-26; 6,1-10.
Prosigue la epístola del domingo anterior sobre el programa de una vida cristiana bajo la dirección del Espíritu Santo. Debemos tener siempre presente la debilidad de nuestra carne y permanecer en vela. Igualmente, debemos apartarnos del  mal y hacer cuanto bien podamos a los que nos rodean.
Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Galatas.
Fratres: Si spíritu vívimus, spíritu et ambulémus. Non efficiámur inánis glóriæ cupidi, ínvicem provocántes, ínvicem invidéntes. Fratres, et si præoccupátus fúerit homo in áliquo delícto, vos, qui spiritáles estis hujúsmodi instrúite in spíritu lenitátis, consíderans te ipsum, ne et tu tentéris. Alter altérius ónera portáte et sic adimplébitis legem Christi. Nam si quis exístimat se áliquid esse, cum nihil sit, ipse se sedúcit. Opus autem suum probet unusquísque, et sic in semetípso tantum glóriam habébit, et non in áltero. Unusquísque enim onus suum portábit. Commúnicet autem is, qui catechizátur verbo, ei, qui se catechízat in ómnibus bonis. Nolíte erráre: Deus non inridétur. Quæ enim semináverit homo, hæc et metet. Quóniam qui séminat in carne sua, de carne et metet corruptiónem: qui autem séminat in spíritu, de spíritu metet vitam æternam. Bonum autem faciéntes, non deficiámus: témpore enim suo metémus, non deficientes. Ergo dum tempus habémus, operémur bonum ad omnes, máxime autem ad domésticos fidei.

Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas

Hermanos: Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Hermanos, incluso en el caso de que alguien sea sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidlo con espíritu de mansedumbre; pero vigílate a ti mismo, no sea que también tú seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo. Pues si alguien cree ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Y que cada uno examine su propio comportamiento; el motivo de satisfacción lo tendrá entonces en sí mismo y no en relación con los otros. Pues cada cual carga con su propio fardo. Que el catecúmeno comparta sus bienes con quien lo instruye en la palabra. No os engañéis: de Dios nadie se burla. Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembra para la carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre para el espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, que, si no desmayamos, a su tiempo cosecharemos. Por tanto, mientras tenemos ocasión, hagamos el bien a todos, especialmente a la familia de la fe.

GRADUAL Salmo 91 2-3
Bonum est confitéri Dómino: et psállere nómine tuo, Altíssime. V/. Ad anuntiándum mane misericórdiam tuam, et veritátem tuam per noctem.
Bueno es alabar al Señor y cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo! V/. Anunciar desde la mañana tu misericordia, y tu fidelidad hasta por la noche.

ALELUYA Salmo 94, 3
Allelúja, allelúja. V/. Quóniam Deus magnus Dóminus, et Rex magnus super omnem terram. Allelúja.
Aleluya, aleluya. V/. Porque el Señor es Dios grande, y Rey grande sobre toda la tierra. Aleluya.

EVANGELIO Lucas 7, 11-16
“Si todos tienen ojos para ver un muerto resucitado, como el hijo de esta viuda de que nos habla el evangelio, no todos, sin embargo, los tienen para ver una resurrección espiritual ; para ello se necesita haber resucitado también uno espiritualmente”. San Agustín.
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.
In illo témpore: Ibat Jesus in civitátem quæ vocátur Naim: et ibant cum illo discípuli eius, et turba copiosa. Cum autem adpropinquáret portae civitátis, ecce defúnctus efferebátur fílius únicus matri suæ: et hæc vídua erat: et turba civitátis multa cum illa. Quam cum vidísset Dóminus misericórdia motus super eam, dixit illi: "Noli flere." Et accessit, et tétigit lóculum. (Hi autem, qui portábant, stetérunt.) Et ait: "Adulescens, tibi dico, surge." Et resédit qui erat mórtuus, et cœpit loqui. Et dedit illum matri suæ. Accépit autem omnes timor: et magnificábant Deum, dicentes: "Quia prophéta magnus surréxit in nobis: et quia Deus visitávit plebem suam.

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo: Iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 39, 2-4
Exspéctans exspectávi Dóminum, et respéxit me: et exaudívit deprecatiónem meam: et immísit in os meum cánticum novum, hymnum Deo nostro.
Con paciencia aguardé al Señor, y volvió a mí su mirada y oyó mi ruego; y puso en mi boca un cántico nuevo, un himno en loor de nuestro Dios.

SECRETA
Tua nos, Dómine, sacraménta custódiant: et contra diabólios semper tueántur incúrsus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,
¡Señor! que tus sacramentos nos guarden, y defiendan siempre contra las asechanzas del demonio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu  Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz:

COMUNIÓN Juan 6, 52
Panis, quem ego dédero, caro meo est pro sǽculi vita.
El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo.

POSCOMUNIÓN
Mentes nostras, et córpora possídeat, quǽsumus, Dómine, doni cæléstis operátio: ut non noster sensus in nobis, sed júgiter ejus præveniat efféctus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Que la virtud de este don celestial, Señor, penetre nuestras almas y cuerpos, para que no sea nuestro modo de ver, sino su efecto el que prevalezca siempre en nosotros.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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